Última actualización: julio 2019
Las consecuencias de una excesiva exposición a las radiaciones ultravioletas tienen como punto de partida su incidencia en la infancia. Entre el 25 y el 50% del total de la dosis eritematógena recibida hasta los 60 años se da durante la infancia. Los estudios científicos demuestran que la exposición durante las dos primeras décadas de la vida tiene una especial importancia en el desarrollo de futuros problemas, especialmente en la inducción de cáncer cutáneo. Aunque para el desarrollo de este cáncer pueden existir otros factores, dos de las medidas preventivas más fáciles de llevar a cabo son reducir el tiempo de exposición y aumentar la fotoprotección.
La prevención debe empezar tan pronto como sea posible. Los padres, con el objetivo de asegurarse de que los niños cumplen con todas las medidas de fotoprotección cutánea y ocular, pueden consultar al pediatra y al farmacéutico.
La piel tiene memoria. Por lo que, la prevención que se lleve a cabo durante la infancia condicionará las consecuencias a largo plazo.
¿Es ESPECIAL la PIEL de los niños y las niñas?
Al nacer, la piel del bebé es muy inmadura. Hasta los 8 o 9 años está continuamente evolucionando, hasta culminar el proceso de maduración. Mientras se lleva a cabo esta evolución, la piel del recién nacido tiene unas características especiales que la diferencian de la de un adulto:
- La capa córnea superficial es demasiado fina, por lo que no tiene una barrera eficaz que la proteja contra los agentes externos y es mucho más sensible.
- Comparada con la de un adulto, la superficie cutánea es 3 veces superior respecto al peso, de manera que cualquier sustancia que pase a través de la piel estará mucho más concentrada en el organismo, por lo que existe un mayor riesgo de toxicidad por penetración de sustancias tóxicas.
- El pH de la piel aún es neutro (6-7), ya que este se va volviendo ácido progresivamente, por lo que es más indefensa contra los microorganismos patógenos.
- La piel aún no tiene los suficientes mecanismos de defensa y cualquier lesión o irritación conlleva riesgo de infección.
- Su piel es más permeable, y por lo tanto más susceptible frente a la toxicidad de productos de aplicación tópica.
- La secreción sebácea y sudorípara son insuficientes hasta los dos años, por lo que se da un déficit en la lubricación de la epidermis y en el film hidrolipídico protector de la piel. En estos momentos la piel es más sensible a la sequedat y a la deshidratación.
- El sistema inmunológico es aun inmaduro y aporta una menor defensa frente a los radicales libres generados por la radiación solar.
Pero esta característica no se da sólo en la piel. Sus ojos también son más sensibles a las radiaciones ultravioleta.
Por debajo de los 10 años de edad existe un riesgo superior de daño para la retina, ya que la transmisibilidad del cristalino para la luz azul y ultravioleta también es mayor que la del adulto.
MEDIDAS de fotoprotección
- Reducción de la exposición
- Reducción de la exposición
Los expertos recomiendan no exponer directamente al sol a niños menores de 6 meses. Además de las características especiales de su piel, aún no han adquirido la suficiente autonomía de movimientos como para protegerse del sol en el caso de que les moleste. Sin embargo, la radiación indirecta que reciben puede ser de un 50%. En casos excepcionales, en que puedan existir alteraciones de la función sudoral, la exposición puede provocar golpes de calor. Además debemos recordar que, al tener menos melanina, es más fácil que se produzca un eritema solar.
Cuando ya son mayores y capaces de moverse de forma autónoma, hay que tener cuidado con las horas de exposición.
Se debe reducir la estancia al aire libre entre las 12h de la mañana y las 16h de la tarde y ser especialmente precavidos con las actividades al aire libre que se desarrollen en ambientes con nieve (ya que se refleja prácticamente el 100% de las radiaciones) y con las actividades acuáticas.
Hay que tener en cuenta que aunque haya nubosidad, se filtra un 20-40% de las radiaciones ultravioleta; y que a mayor altitud mayor intensidad de las radiaciones.
Cada 300 metros se produce un incremento de la radiación eritemática de un 4%.
- Uso de indumentaria adecuada
El vestido es la forma más sencilla y práctica de protegerse del sol, aunque la acción fotoprotectora depende de factores como la naturaleza del tejido, la trama, el grosor y el color. El entramado es lo que más influye en la filtración de radiación UV-B.
El hecho de que estén secos o mojados también es un factor determinante, ya que la fotoprotección disminuye con el tejido mojado y adherido a la piel. Por lo que hay que llevar ropa ligera y de trama ceñida.
También hay que proteger la cabeza, por lo que es recomendable usar gorras con una amplitud suficiente -se recomienda al menos 7 cm-.
- Uso de fotoprotectores
Los fotoprotectores tópicos o filtros solares son fundamentales para reducir la exposición a la radiación ultravioleta. Los encontramos en muchas presentaciones: crema, loción, spray, gel, gel-crema, espuma, aceite seco,…
Características de un buen fotoprotector infantil:
- Resistente al agua se indica en la etiqueta con la leyenda waterproof o wáter-resistant, ya que el niño juega en la orilla y entra y sale del agua continuamente.
- Resistente a la fricción (o rubproof), porque están continuamente jugando con otros niños, con la arena,… Y con filtros de al menos un 30 o superior, siendo deseable los de 50+.
- Sin perfume en pieles sensibles.
Cómo se usan:
Una vez elegido el fotoprotector adecuado, hay que saber usarlo de forma correcta para que sea más eficaz, siguiendo las siguientes premisas:
- Hay que aplicarlo en casa, no en la playa o en la piscina, sobre la piel seca y 30 minutos antes de la exposició, de esta forma nos aseguramos de una aplicación correcta.
- Aplicación generosa en camtidad adecuada.
- Cubrir toda la superfície cutànea sin olvidar los pies y las orejas.
- Se debe aplicar de nuevo cada 2 horas o después de un baño prolongado.
MITOS en fotoprotección infantil
Un fotoprotector para adultos sirve exactamente igual para niños. NO es cierto.
Debido a las características especiales de su piel, los niños requieren de fotoprotectores específicos.
Los protectores solares infantiles deben contener preferentemente filtros físicos, evitando en lo posible los filtros químicos problemáticos (PABA, Oxibenzona, etc.) que pueden ser una de las causas más frecuentes de alergia por contacto en productos de aplicación tópica. Además, la diferencia en la relación superficie/peso entre un niño y un adulto hace que un mismo producto alcance, en el niño, una concentración tres veces superior, incrementando el riesgo de sufrir alergias.
Durante la infancia, es necesaria la exposición solar sin protección para estimular la síntesis de vitamina D. NO es cierto.
La evidencia científica disponible hasta el momento no ha permitido demostrar que la utilización de fotoprotectores disminuya los valores de vitamina D plasmáticos de forma significativa.
Si es necesario se pueden tomar suplementos de vitaminaD en el caso de no ingerir las cantidades adecuadas con la dieta.
Debido a la inmadurez de las funciones cutáneas de los niños, la protección solar intensiva es indispensable durante la infancia.
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