La Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica (EPOC) es uno de los motivos más importantes de la mala calidad de vida y un grave problema para la Salud Pública. ¿Cuál es el principal responsable de su aparición? El tabaco.
La EPOC se puede tratar y, sobretodo, prevenir. |
¿QUÉ es la EPOC?
Según la definición de la “European Respiratory Society” la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) es un proceso que se puede prevenir y tratar, caracterizado por una limitación al flujo aéreo, no totalmente reversible, generalmente progresiva y asociada a una respuesta inflamatoria anormal de los pulmones a partículas o gases nocivos, fundamentalmente producidos por el hábito tabáquico o tabaquismo. Bajo este término médico se agrupan las enfermedades conocidas popularmente como emfisema o bronquitis crónica.
Las personas afectadas de EPOC presentan una dificultad para llenar y vaciar los pulmones, así como para movilizar las secreciones. Por eso, tienen que toser o respirar más a menudo para realizar una vida normal.
IMPACTO social
El impacto de la EPOC en nuestra sociedad es mucho más alto de lo que la gente piensa:
- En nuestro país la padece una de cada 10 personas mayor de 40 años.
- Representa la cuarta causa de muerte en el mundo y la cifra va en aumento. Las previsiones de la OMS la sitúan, en el año 2010 como una de las causas más importantes de mala calidad de vida y de pérdida de esperanza de vida.
- En Cataluña, es una de las causas más frecuentes de atención médica, especialmente en urgencias, debido a las reagudizaciones que se padecen durante su evolución.
- La repercusión económica sobre el sistema sanitario es muy elevada.
Por todo ello, es un grave problema para la Salud Pública.
¿QUÉ la PROVOCA?
La EPOC se produce por la inhalación de partículas tóxicas, principalmente producidas por el tabaco presente en casi todos los afectados por la enfermedad.
Hay otros productos relacionados, como el humo de la leña (muy frecuente en otros países que aún cocinan con este material) y, más recientemente, la polución atmosférica o la contaminación ambiental, aunque el papel de estos últimos es más controvertido.
Así pues, las personas que fuman habitualmente y desde hace años presentan mayor riesgo de padecerla, aunque hay una susceptibilidad individual, ya que no todos los fumadores desarrollan la enfermedad. Esta susceptibilidad se ha relacionado con dos tipos de factores:
- Ambientales (dieta, polución atmosférica, infecciones, tabaco intra útero)
- Genéticos (sexo, bajo peso neonatal,…).
PREVENCIÓN
La EPOC, a diferencia de otras enfermedades crónicas, se puede prevenir en casi todos los casos.
Simplemente, no se debe fumar. Teniendo en cuenta que el tabaco es un factor esencial en la aparición de la enfermedad, la primera estrategia a seguir es no empezar a fumar o dejarlo tan pronto como sea posible.
SÍNTOMAS
Los principales síntomas de la EPOC acostumbran a producirse debido a las consecuencias del consumo del tabaco:
- Tos y expectoración provocadas por la irritación del pulmón.
- Resfriados. Se presentan más a menudo y con más intensidad que en las personas que no han fumado nunca. Puede ser necesario ir a los servicios de urgencia para este tipo de infección.
- Ahogo. Acostumbra a darse entre los 40 y 50 años. Al principio, se pueden notar los síntomas al subir las escaleras, pero después pueden darse incluso al cambiarse de ropa.
- Pérdida de calidad de vida.
La EPOC produce una limitación importante para llevar a cabo una vida con normalidad.
Cuando aparecen los primeros síntomas, el enfermo tendría que ser diagnosticado. Si esto no ocurre y no se accede al tratamiento adecuado, el deterioro de la función respiratoria es progresivo y se relaciona estrechamente con la supervivencia: en casos graves, a los 5 años del diagnóstico de la enfermedad, sólo sobreviven la mitad de los enfermos.
¿CÓMO se diagnostica la EPOC?
La “Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR)” recomienda sospechar de un diagnóstco de EPOC ante toda persona mayor de 40 años, fumadora o ex-fumadora con síntomas respiratorios.
El diagnóstico de la EPOC se realiza, siempre en consulta médica, y teniendo en cuenta dos aspectos clave:
- una historia clínica plausible.
- la presencia de una obstrucción al flujo aéreo en una espirometría.
Aunque el diagnóstico es relativamente sencillo, hoy en día, casi el 70% de las personas que padecen EPOC no lo saben. |
¿QUÉ es la ESPIROMETRÍA?
La espirometría es la prueba clave en el diagnóstico de la EPOC. Consiste en expulsar todo el aire de los pulmones lo más rápido posible. Es sencilla, no invasiva, y se tiene que hacer bajo la supervisión de un profesional de la salud.
La espirometría permite medir diferentes flujos y volúmenes respiratorios. Los más importantes son:
- La capacidad vital forzada (CVF). Se trata del volumen de aire espirado después de realizar una inspiración máxima.
- El volumen expiratorio en el primer segundo (FEV1). Es el volumen de aire que se moviliza en el primer segundo de la expiración forzada después de una inspiración máxima. Normalmente en el primer segundo sale el 80% del aire, pero en enfermos de EPOC esta cifra baja debido a los cambios producidos por la enfermedad.
La relación entre estos dos volúmenes permite estimar si existe una obstrucción al flujo aéreo. La espirometría permite detectarlo incluso en personas que casi no tienen síntomas.
Por lo tanto, ante la sospecha de EPOC, se debería realizar una espirometría con la finalidad de confirmar el diagnóstico.
¿QUIÉN se debería realizar una ESPIROMETRÍA?
Según lo que recomienda la Global Iniciative Obstructive Lung Disease (GOLD), que tiene entre sus objetivos la prevención de la enfermedad, toda persona que presente alguna de estas características corre riesgo de padecer una EPOC y, por lo tanto, sería necesario que se realizase una espirometría.
- Tener más de 40 años.
- Tener tos la mayoría de los días.
- Cansarse más pronto que la mayoría de las personas de su edad.
- Fumar.
- Expectoración habitual.
TRATAMIENTO
La EPOC es una enfermedad crónica para la cual, lamentablemente, no hay curación, es decir, los pulmones nunca volverán a una situación normal.
Por lo tanto, los objetivos del tratamiento son:
- Tratar los síntomas.
- Prevenir y tratar las reagudizaciones.
- Mantener la función pulmonar.
- Mejorar la calidad de vida de los pacientes.
- Mejorar el pronóstico de vida.
1. Dejar de fumar. Es la única medida que cambia de forma clara y positiva la evolución y el pronóstico de la EPOC. Aunque todos deberíamos dejar de fumar, esto es imprescindible para aquellas personas que presentan el más mínimo síntoma. Por eso, toda persona que quiera dejar de fumar debería dirigirse a su médico, enfermero o farmacéutico para que le aconseje la mejor estrategia para abandonar el tabaco, y cómo tratarse la dependencia, si existe.
2. Farmacoterapia. Los fármacos, principalmente los inhalados, ayudan a mejorar los síntomas de la enfermedad y la calidad de vida, mantener la función pulmonar y reducir el nombre de agudizaciones. Por lo tanto, es importante empezar el tratamiento lo más pronto posible y hacerlo con regularidad.
3. Rehabilitación pulmonar y ejercicio físico. El entrenamiento muscular es fundamental para mantener una correcta función pulmonar y, por lo tanto, existen programas de rehabilitación dirigidos a mejorar la capacidad pulmonar. Se ha demostrado que su implantación mejora la tolerancia en el esfuerzo, disminuye la disnea y, en definitiva, mejora la calidad de vida. Estos programas se realizan en los Servicios de Neumología y Rehabilitación de la mayoría de los Hospitales de nuestro entorno. El ejercicio regular también servirá para romper el círculo vicioso donde caen muchos pacientes que, al tener poca tolerancia al esfuerzo y mostrarse más sedentarios, pierden la forma física, cosa que puede llegar a interferir mucho en el día a día del paciente.
4. Oxigenoterapia. En enfermos graves, con los niveles de oxígeno por debajo de los límites de seguridad establecidos, la administración de oxígeno en el domicilio durante como mínimo 16 horas ha demostrado una mejor supervivencia. Los criterios para la prescripción están establecidos por normativas internacionales y nacionales.
5. Medidas generales. Una dieta sana y equilibrada o la vacunación contra la gripe estacional cada año y contra la neumonía son medidas que ayudan a reducir las agudizaciones.